Intimistas
Para Alejandro
Casanova el desnudo es el momento más revelador de la psicología humana. Ese
instante de intimidad que posterga el entorno social, con sus rutinas y
manierismos, profundiza en un mundo de relaciones hombre-objeto, donde
predomina un criterio puramente selectivo. Casanova reconstruye la escena
despojándola de todo detalle superfluo. Discrimina. Separa. Difumina. Así sus
personajes parecen interactuar con las circunstancias y los entornos que él
mismo ha elegido, como para subrayar ese instante en el que podemos imaginar
las sensaciones, el subconsciente, en su devenir cotidiano. Una sensibilidad
sobrecogedora e introspectiva. El artista nos convida a respirar y sentir ese
tono sugestivo propio de los ambientes cerrados -por momentos claustrofóbica-.
Estos retratos son síntesis de emociones. El día a día, puertas adentro. La
contemplación frente al espejo, el contacto de los pies desnudos con las
baldosas, la mirada absorta frente a la pantalla de un ordenador, el contacto con
el agua de una bañera, el reposo en un sofá, un perro solitario. Momentos en
que rivalizamos con nuestro yo, en que nos enfrentamos a nuestros miedos,
angustias y soledades, en que gozamos de una casi absoluta libertad y nos
despojamos de nuestras vestiduras. Casanova refuerza esta intencionalidad con
pinceladas y texturas propias del expresionismo sin abandonar las formas y la
expresividad del color y la línea, sin subrayar los detalles. Sus composiciones
reproducen los mismos modelos en situaciones diferentes; sin embargo, esta
reiteración no supone una limitación expresiva. Tales recursos le permiten
transitar entre dos discursos: el del más puro retrato realista y el del
retrato difuminado que reivindica lo sensible e intimista del cuerpo humano, lo
puramente emotivo.
Raimundo Díaz / ArístidesRosell