De lo espontaneo y lo creativo.
“hacer nada” “conocer nada”
El libro del estratega dice:
No provoques la lucha, acéptala,
es mejor retroceder un metro
que avanzar un centímetro.
Lao-Tse (s.VI a.C.)
Lao-Tse (s.VI a.C.)
Damos un nuevo paso, avanzamos. Observamos un nuevo entorno, miramos. Se nos presenta un paisaje desconocido: casas de tonos pastel, campos yermos, nubes densas e infinitos riscos y accidentes. Impactados por esta nueva realidad, asumimos nuestro papel de extranjeros, de exploradores de un nuevo mundo. Analizamos la temperatura ambiente, el grado de humedad y la intensidad lumínica. Pretendemos amarrar y prender todos los detalles, los estímulos visuales y emocionales. Nos encontramos en un nuevo entorno repleto de estímulos, abordemos pues el impacto del paisaje desde las típicas máximas occidentales.
Si atendemos a este orden lógico de causalidad, entre el estimulo y la acción creativa encontramos una zona de sombra. Un momento en el que el filtro de la razón, enmarca y enmascara las nuevas realidades vividas, un tamizado que nos acerca a un estudio del paisaje más tendencioso y nemotécnico que espontaneo y natural. Escapemos por un momento de nuestro ombligo occidental e introduzcámonos en una nueva forma de mirar, de observar el nuevo entorno. Despojémonos de los prejuicios adquiridos, y mantengamos una postura abierta.
Distando de este lógico proceder post-renacentista, la cultura del Tao explica la existencia no por el principio de causa efecto, sino por el de sincronía. Es decir, la idea de un universo retroalimentado, interrelacionado y armónico. Eliminando por lo tanto la idea de dualidad tan ansiada por el espíritu occidental, la causa y el efecto newtonianas. En la pintura taoísta la respuesta entre el estimulo y la acción creativa es inmediata, y por lo tanto espontanea. Sin criba ninguna, una acción natural y directa tras asumir nuestra posición en el mismo instante que se está viviendo. Fluir no batallar, asumir para construir, sentir para crear.
Es pues en la filosofía del Tao donde se enclavaba este curso. No en un modo estricto y cerrado, pero sí en sus preceptos más básicos: espontaneidad y naturalidad, wu-wei (hacer nada) y tzu-jan (conocer nada). Introducirnos de lleno en el mundo de las sensaciones directas, sin oponer resistencia alguna; y su representación rápida. Interactuar con el medio por que el medio interactúa con nosotros. Disfrutando de la sensación intuitiva producida por nuestra integración armónica con el paisaje. Reinventando, de un modo personal, la realidad aparente.
Alejandro Casanova Barberán