Siempre he pensado que las mejores cosas surgen de un buen
café o un tercio de MAHOU. Estas nacen sin pretensiones y con demasiada
inconsciencia. Poco a poco, y tras mas cervezas si cabe, las bases van tomando
apariencia, aunando en un caótico papel de propaganda, consejos, formulas y
trabajo.
De un costado surge la experiencia del creador veterano que
formula las preguntas concretas y necesarias, para que la inconsciencia de tímidamente
pasos a la profesionalidad. Del otro margen el pintor preclaro y resolutivo
abre el camino de la mercadotecnia, recordándonos la necesidad diaria del
alimento. En su centro un incompetente pero ilusionado pintor de desnudo, que
en exceso abarca. Y en su cenit, observando paciente la resolución, el gestor
valiente que disfruta tras su parabán de como todo se configura a ritmo
Vallenato[1].
Y así nació esta SUITE al refugio de unas cervezas y del
aire acondicionado, un tórrido día del verano próximo al agosto, deficitaria e
incierta. Construida desde el tejado, colocada cada piedra al compás de los
acontecimientos, reconstruida en cada tertulia, replanteada en cada café y
tostada con tomate. Creada por todos y por ninguno.
[1] El ritmo Vallenato nació en la Costa Norte de
Colombia y fue interpretado por campesinos de la región, que sin tener una preparación
académica, aprendieron a tocar el acordeón, pese a desconocer en absoluto las
notas del pentagrama musical. Su aprendizaje se hacía por "oído" y
practicaban a diario.