Cerámicas vestidas para el deleite de los amantes del cosismo.

Nunca he sido muy dado a enmarcar, pero hay situaciones en las que no te queda otro remedio. Recién llegado de las islas y aún desubicado, es algo difícil ponerte a trabajar, y mas en el estado en el que se encuentra mi estudio. Menos mal que uno tiene buenos amigos. Alberto Biesok me ha dejado su estudio para vestir las últimas cerámicas. Su irritante sabiduría y malas dotes de mando, no han mitigado el deseo que implican una ingletadora de alta gama y un buen compresor de aire. Y así han quedado las niñas, con un finisimo traje negro de tirantes, adornado con una perla dorada.